En la opinión de: Paco Memo Medina
La reciente alarma epidemiológica en Tlaxcala vinculada al Síndrome Guillain Barré ha suscitado un debate intensificado no solo por la preocupación legítima hacia la salud pública, sino también por la forma en que ciertos “medios de comunicación” han tratado el tema. Esta situación ha revelado una clara distinción entre la comunicación responsable y la especulación infundada.
El Gobierno de Tlaxcala, a través del Secretario de Salud Rigoberto Zamudio, ha sido proactivo en informar sobre los casos confirmados y las medidas preventivas necesarias. La transparencia y la educación son clave en la gestión de cualquier alerta de salud pública. Sin embargo, algunos medios y analistas han optado por una ruta menos informativa, centrando su atención en cómo esta situación afecta indirectamente sectores económicos locales, como los comerciantes de pollo.
La conexión entre el consumo de carne de pollo y el síndrome, que algunos columnistas han señalado, carece de un análisis riguroso y se basa en suposiciones más que en evidencias científicas. Es fundamental destacar que el problema no radica en la carne en sí, sino en la manipulación de alimentos y la higiene en su preparación, un hecho que debería ser el foco de las discusiones públicas y no la base para señalar irresponsablemente a toda una industria.
La responsabilidad de los medios y columnistas es doble: informar y educar. Calificar la situación como una «crisis» sin ofrecer un contexto adecuado no solo desinforma, sino que también contribuye a una atmósfera de miedo y confusión entre la población.
A medida que Tlaxcala enfrenta este reto de salud pública, es crucial que la discusión mediática se centre en los hechos y en las medidas de prevención efectivas, y no en la creación de sensacionalismo. La salud de los tlaxcaltecas debe ser la prioridad, y para ello, es imprescindible una comunicación clara, basada en la evidencia y alineada con las directrices de las autoridades sanitarias.
En conclusión, es hora de que quienes tienen la capacidad de influir en la opinión pública usen ese poder para fortalecer las estrategias de salud pública en lugar de debilitarlas con especulaciones. La integridad en la comunicación es fundamental, y en tiempos de crisis sanitaria, más aún. Es momento de apoyar la educación y la prevención, no el pánico por likes.