En los últimos años, Huamantla ha experimentado un auge en la organización de eventos culturales y turísticos que han captado la atención tanto a nivel nacional como internacional. Desde la Feria Internacional del Arte Efímero y la Dalia, el récord mundial Guinness por la elaboración del tapete de aserrín más largo del mundo, la impecable organización de los eventos masivos como la Huamantlada, la Carrera de Carcachas, conciertos espectaculares como el de Carlos Rivera, el impulso y la promoción de la producción de la Dalia, así como los más recientes ciclos de cine y la Callejoneada “Por amor a Huamantla”, han evidenciado un compromiso por parte del Ayuntamiento para promover la riqueza cultural y las tradiciones del municipio. Bajo la administración de Salvador Santos Cedillo, este tipo de eventos han sido más que simples festividades locales: son plataformas para posicionar a Huamantla en el mapa turístico del país y del mundo.
Sin embargo, el éxito de estos eventos plantea una interrogante que merece una reflexión profunda: ¿qué es lo que verdaderamente impulsa este nivel de organización y espectacularidad? ¿Es el liderazgo de una administración comprometida como la de Santos Cedillo o es el esfuerzo y la tradición arraigada en la comunidad huamantleca lo que asegura el éxito de cada celebración? Esta es una pregunta relevante, sobre todo cuando se busca evitar caer en elogios fáciles hacia cualquier figura política.
Por un lado, es innegable que la administración actual ha tomado decisiones estratégicas para fortalecer la identidad cultural de Huamantla. El reciente Tianguis Turístico Comunitario, por ejemplo, no solo promovió las tradiciones de la cabecera municipal, sino que integró a las comunidades aledañas, generando una mayor cohesión social y económica. Eventos como estos reflejan una visión clara de desarrollo turístico, respaldada por una infraestructura y una logística que requieren un liderazgo eficaz. Santos Cedillo ha sido un promotor activo, participando y apoyando estas actividades, lo cual da la impresión de un alcalde comprometido con el bienestar y la proyección de su municipio.
Por otro lado, no debemos olvidar que Huamantla cuenta con una comunidad que tiene en su ADN la pasión por sus tradiciones. La “Noche que nadie duerme”, la Huamantlada, o incluso las festividades religiosas que atraen a miles de turistas, son eventos que la gente local ha hecho suyos por generaciones. El compromiso y la participación ciudadana son clave para el éxito de estos eventos, más allá de quién se encuentre en la presidencia municipal. Los huamantlecos han demostrado ser embajadores naturales de su cultura, lo cual se traduce en una sinergia efectiva entre la ciudadanía y las autoridades.
Entonces, ¿quién merece el crédito? La respuesta podría estar en una combinación de ambos factores. Si bien el liderazgo del alcalde actual ha sido un catalizador para que Huamantla continúe destacando a nivel nacional e internacional, el verdadero motor de estos eventos está en la comunidad que los vive y los preserva. Las autoridades son importantes, sí, pero es la gente de Huamantla la que da vida a cada fiesta, la que acoge a los turistas con orgullo y la que mantiene vivas las tradiciones que han hecho de este municipio un Pueblo Mágico.
En última instancia, el reto de cualquier gobierno municipal es entender que los eventos de calidad no son solo una cuestión de logística o recursos, sino de un auténtico amor por el lugar que se administra. El ejemplo de Huamantla demuestra que, cuando este amor existe tanto en el gobierno como en la gente, los resultados pueden ser verdaderamente espectaculares.