
Tlaxcala se consolida como bastión de la defensa del maíz nativo en México, con una historia de resistencia que hoy se reafirma en el marco del Día Nacional del Maíz. Con 16 razas originarias de las 60 que existen en el país, el estado concentra cerca del 20% de la diversidad genética nacional, convirtiéndose en referente en la preservación del maíz criollo.
“En Tlaxcala protegemos y fomentamos la producción de los granos originarios que forman parte de nuestro arraigo cultural y riqueza culinaria… cuyo impulso y revitalización nos ayuda a redescubrir propiedades nutricionales y usos que ancestralmente han representado bienestar para los tlaxcaltecas”, afirmó la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros.
Esta riqueza se sostiene gracias a la organización de las comunidades campesinas y al respaldo institucional, en una lucha histórica frente al mercado global y los transgénicos.
Tradición, resistencia y patrimonio biocultural
Pánfilo Hernández Ortiz, integrante del Grupo Vicente Guerrero, destacó que para Tlaxcala esta conmemoración trasciende lo simbólico y se convierte en un espacio de encuentro para campesinos y productores. En esta fecha se intercambian semillas, se comparten saberes y se plantean acciones en defensa del maíz criollo.
“Tlaxcala tiene una siembra importante de maíces criollos nativos. Cada comunidad conserva sus semillas como un fondo familiar, seleccionándolas año con año, resguardándolas para asegurar la siembra del siguiente ciclo agrícola. Es una práctica que mantiene vivo nuestro patrimonio biocultural”, explicó.
Las celebraciones se extienden por todo el país: desde el centro —con Tlaxcala, Estado de México, Puebla y Ciudad de México como ejes— hasta el sur en Oaxaca, Chiapas y la península de Yucatán, donde el sistema milpa sigue vivo. En el occidente, Colima y Jalisco realizan ferias en colaboración con universidades, mientras que en el norte estados como Chihuahua, Sonora y Sinaloa también reconocen sus variedades.
En Tlaxcala, municipios como Españita, Calpulalpan, Ixtenco, Teacalco, San Pablo del Monte y Teolocholco organizan ferias, intercambios de semillas y eventos culturales en defensa del grano originario. Estas acciones, acompañadas por organizaciones como el Grupo Vicente Guerrero, proyectan la lucha tlaxcalteca hacia todo el país.
Un ejemplo destacado es San Juan Ixtenco, donde el maíz de colores forma parte del patrimonio otomí. Allí se creó en 2021 el Primer Santuario de Semillas Nativas del Pueblo Otomí, como símbolo de resistencia frente a la homogenización genética.
Ley, programas y retos actuales
En 2011, Tlaxcala promulgó la Ley de Fomento y Protección a los Maíces Nativos, la primera en su tipo en México. Aunque careció de reglamento y su aplicación quedó en pausa, sentó las bases para fondos y bancos de semillas. Hoy, campesinos demandan su reactivación, la creación de un Consejo Estatal del Maíz y precios de garantía justos que enfrenten la amenaza de los transgénicos.
Entre los retos destacan consolidar bancos de semillas en cada municipio, impulsar prácticas agroecológicas que protejan los suelos y promover abonos naturales frente a químicos. Tlaxcala busca sostener un modelo agrícola que garantice soberanía alimentaria y conservación del patrimonio biocultural.
Respaldo institucional
El apoyo gubernamental se ha traducido en acciones concretas. En 2023, la gobernadora inauguró el Fondo de Semillas Nativas de Maíz “Teocintle” en Hueyotlipan. La Secretaría de Impulso Agropecuario (SIA) implementó programas para rescatar variedades nativas en municipios como Ixtenco, revalorando productos emblemáticos como el “Oro Morado”.
En 2025 se puso en marcha el programa “Molinos para tu Bienestar”, que entrega molinos de nixtamal a mujeres indígenas y de comunidades marginadas, fortaleciendo la economía rural y el consumo local de maíz criollo.
En mayo de 2024, el Congreso estatal aprobó una reforma a la Ley de Fomento y Protección al Maíz, con la cual se creó el Consejo Estatal del Maíz (CEM). La normativa también reguló los fondos de semillas criollas, reconoció legalmente a los Guardianes del Maíz e incrementó el papel de la SIA como autoridad de supervisión.
“Cada ciclo que sembramos es un acto de resistencia y esperanza. Tlaxcala se abre paso como territorio donde la defensa del maíz nativo deja de ser una batalla aislada: se convierte en política pública con rostro campesino. Que viva el maíz en Tlaxcala y en todo México”, concluyó Hernández Ortiz.
La defensa del maíz en Tlaxcala es más que una labor agrícola: es una lucha por la soberanía alimentaria y cultural de México.